Andaba por una calle céntrica, grande, enormes escaparates llamaban mi atención donde el muestrario relucía, no había luces de neón pero impresionaba pasar y ver dulces con todo el hambre que pasaba, salió el dueño y me dijo: qué miras ¡mugriento!
Escapo mirando al suelo, verte obligado a huir muerto de frío y hambriento sin una casa donde cobijarme y cambiarme, adecentar mis vestimentas y poder lavarme.¡Dónde coño estaba!, en un país de América me encontraba, entre pobreza.
Negros miran a la gente desafiante, son los amos de estos callejones, se agrupan en manada, sus cadenas, su ropa ancha y sus pañuelos en la cabeza. Ya no importa más nada, ahí está el nacimiento de éste ritmo. Ahí está el principio de este limbo que me alcanzó.
Ver fluir versos por un altavoz, yo recordaba la frase de cada vocalista decía en esas peleas verbales y al contrincante fulminaba. Es destreza, aquí no sirven las fuerzas de flaqueza, sólo cabeza y encadenarse al amor por un vicio que crece de forma tocha y extensa.
En su comunidad alcanza institutos, parques y canchas. Y qué piensas de esas pinturas que hacen que paredes se revaloricen, sin ritmo no saldría igual, sólo un simple mural que habla de una vida, de un autor, que lleguen a todo el mundo es su meta, compartir su estilo con quien lo quiera.
Hay a quien no le gusta, es arte, no pagas por ver en un museo donde ves cuadros que te parecen cualquier cosa y por ello tu pecho partes ¿?.
Sigo andando y dejo a un lado esos chicos con su música y sus botes, si te fijas el romanticismo está en muchas partes, en esquinas parejas dándose el lote. Oscuro se ve con lo que sale de las alcantarillas, de dónde saldrá tanto humo.
Aire viciado, fluyo entre atascos, piso charcos y ante los pitidos de los coches paso cabizbajo. Me adentro en un parque y veo otro grupo pasados de droga, otros en su banco con su fiel amigo, el cartón de vino.
A unos metros veo acrobacias, chicos y chicas atléticos bailan, es interesante vivir a un ritmo tan trepidante sin pensar en magulladuras y golpes importantes. Se lanzan, izan sus piernas y bailan panza arriba.
Parece mágico, muñecos de goma sobre un tapete rojo de plástico hacen corro y animan. Todos están en buena compañía, es extraño porque cierro los ojos y me veo en otro lado, vuelvo a abrirlos y ahora estoy empapado, cae agua a manta, escurro y destiñen mis manos.
Se ven a dos colores, entre blanco y negro, no tengo ducha, así que aprovecharé para asearme en un charco. Estoy solo, desdicha que no tengo con quien compartir mi angustia, si chillo nadie me escucha, y si lloro…
Se rompe mi cielo y se cuartea, un cuchillo lo trocea, es un sitio que conozco demasiado bien, con insistencia abrí un sitio en lugar en el que la inspiración me viene y ésta mierda fluye por mi organismo.
Complejo sistema que yo me encargo de custodiar, para esto no me hizo falta estudiar y ahora comprendo el porqué tanta gente ama esto. Es parte de mi, no se si tuve una primera vida en esos barrios. Pero cierro los ojos y veo que no tengo porque ser de color para poder hacerlo.
No es un hobbie, es mi seguro de vida, aquí me levanto después de cada caída, es aquí donde dejo de ser una sonrisa triste a contraluz, después de todo te dejo que me mires a la cara porque el mal momento ya pasó. Por favor, enciende la luz.
(21/10/2007)
GrAfF.